lunes, 20 de agosto de 2018

la felicidad de las cosas simples

Cuando voy a una restaurante o cafetería donde la comida o el copete incluye pedazos de limón, suelo comérmelos con sal, con cáscara incluída la mayoría de las veces. Me divierto pensando en lo confuso que debe ser para el garzón ver que no queda nada de ese limón al que probablemente le prestó tanta atención y con el que contaba para tener algo que echar a la basura.
Se me hace divertido, fuera de lo poco real, porque se me imagina que debe ser tan confuso como servir un pollo o pescado y que al momento de retirar el plato no hayan huesos... o plato...

No hay comentarios:

Publicar un comentario