sábado, 1 de junio de 2019

Historia de mis libros tristes: Neurópata R. Scott Bakker

Hace unos días terminé de leer esta joya.
No, perdón, quise decir este bodrio.
Ya, no quiero ser tan mala, pero, es que... No me decepcionada tanto desde la última temporada de GOT. Ok, eso fue hace nada, pero igual.
Entonces, Neurópata.
Yo solía tener miedo de leer libros malos, mas que nada, de leer libros sin que hubiera ninguna recomendación de por medio. Porque cuando ves una película mala, a lo mas te echas dos horas de tu vida, pero en un libro es harto mas.
Sin embargo, descubrí que para saber si el libro es malo o no, puedo echarme aproximadamente 45 minutos y así decidir si seguiré leyéndolo o no. Así es como terminé leyendo esta basura.
En éste caso, lo leí completo, pero no porque fuera bueno, sino porque estaba intrigada con el final, lo que significa que se limitó a seguir la regla de dejar cosas pendientes para mantener al lector interesado.
Me cuesta un poco decir por qué es malo sin dar spoilers, pero lo intentaré.
¿De qué se trata? Pues todo comienza cuando un psicólogo que hace clases en una universidad es visitado por el FBI debido a que están buscando a un asesino en serie que se dedica a operarle el cerebro a las personas para que hagan determinadas cosas. El psicólogo entonces se acuerda que su amigo es neurocirujano y que el día anterior lo visitó para contarle que sabe manejar a la gente operándoles el cerebro.
Eso, a grandes rasgos.
Yo leí esa sinopsis y bueno, me tincó.
Ahora bien, como la trama se centra en que alguien opera cerebros para manipular a la gente y causarle cosas a su antojo, el protagonista se pasa la mayor parte del tiempo hablando de... bueno, eso, de como en realidad somos unas máquinas, que si nos cambian un circuito del cerebro pues entonces podemos ser personas completamente diferentes, que todas nuestras percepciones son una ilusión y de que tal vez sería mejor pegarse un tiro.
A pesar de que el protagonista es un psicólogo experimentado y de que ha discutido sobre el tema de lo manejable del cerebro con su amigo neurocirujano sospechoso de asesinatos chorrocientos millones de veces (se encargan de mostrarnos algunas conversaciones de ellos a modo de flashback), el sujeto insiste en actuar como si hubiera descubierto la rueda al igual que todos sus interlocutores. Me pasé la mayor parte del libro esperando que alguien le dijera "bueno, wn, si ya entendimos, habla de otra cosa por favor".
Mucho de lo que hablan, se siente como relleno.
Luego, vienen un par de plot twist que no convencen a nadie y finalmente, varias problemáticas que simplemente no se resuelven ni tienen nada parecido a un cierre.
No es el primer libro que me deja con la sensación de que el autor no supo como terminar la historia e hizo cualquier huevada, lo que me dejó pensando en lo complicado de hacer un final, no solo en libros sino que en historias en general.
GOT fue un gran ejemplo, de pronto la serie debía terminar, habían un montón de cosas que terminar y no bastó con las limpiezas de guión de la temporada anterior, se pusieron cada vez mas y mas burdos. Entonces se empezaron a pasar por la raja cosas de la historia y nos dieron ese final horroroso que dejó a todos tan inconformes que yo incluso ni me enojé porque me bastó con la indignación del resto.
Yo una vez escribí un libro y llegué a hacerle hasta el final, pero yo misma me di cuenta de que el final era tan forzado que no me dió la persona para dárselo a leer a nadie y el libro murió probablemente quemado en alguna parte.

Como punto a parte. Cuando apareció la indignación por la decadencia de la última temporada de GOT, los defensores de lo indefendible salieron a alegar que todos los indignados se creían críticos de cine o expertos o todas esas cosas, como si una por no haber hecho alguna de las obras criticadas perdiera automáticamente el derecho a criticar.
Yo pensaba que bajo esa lógica, si voy a un restaurante no tengo derecho a encontrar la comida mala porque no soy chef, o si soy víctima de una negligencia médica no tengo derecho a quejarme porque no soy médico. Ok, eso ya es mas objetivo, lo sé ¿ya? Porque si tienes una pierna menos por error del médico, no es como que opines que ya no tienes dos piernas, es un hecho.

Lo que me recuerda una vez que estaba escuchando a Checho Irane en la radio agricultura, porque no me bastaba con todo el sufrimiento de trabajar en una oficina, y un caballero llamó a Checho, para decirle que era un imbécil.
Bueno, en realidad solo le dijo que como era tan inconsciente para apoyar la dictadura y le contó que él estuvo preso en dictadura (el caballero, no nuestro querido Checho), a lo que el ex humorista le responde "bueno, esa es su opinión y yo tengo la mía". Me dieron ganas de decirle que estar preso es un hecho y no una opinión. Hubiera sido divertido.
En fin, una mierda de libro, no lo lean.