miércoles, 24 de junio de 2015

Para la posteridad


Éste dibujo no es la gran cosa. Le falta técnica, probablemente las sombras están mal... etc. Pero no importa, porque éste dibujo se ha vuelto importante para mi... Ésta cara gritona me ha reconciliado con el dibujo. 
Costó una croquera y media, varias compras de lápices, y casi dos años de frustración. No en cuanto a la técnica, insisto, yo dibujo así desde los 12 años y no he mejorado nada, sino en la idea a dibujar. 
Descubrí, que mi error estaba en querer dibujar cosas bonitas, en querer dibujar flores, unicornios y princesas. No es lo mío, yo no soy así. Nunca dibujaré princesas y nunca me maravillaré con el azul del cielo. 
No creo que pueda mejorar mucho la técnica, ni me convertiré en ese tipo de personas que se dedica a publicar sus dibujos, porque no son dignos, pero hoy, después de muchísimo tiempo, terminé un dibujo y me sentí mejor de lo que me sentía antes de empezarlo.  

martes, 23 de junio de 2015

Cathirijilla, el origen del mal

Anoche me puse a recordar mi infancia.
No recuerdo a pito de qué comencé a recordar, pero resumiendo los años entre 5to y 8vo básico terminé dándome cuenta de por quéeeee soy tan hueviá y maniática con la gente. El problema no soy yo, son ellos.
Me acordé de todas las juntas que tuve en esa época, empezando cuando llegué por allá por el año ¿98? a un colegio nuevo en Gultro, una localidad perteneciente a Olivar, comuna de la sexta región.
Cuando llegué, como era novedad, todo el mundo me hablaba y fue fácil el primer paso de conseguir gente para juntarse. Comencé a conversar harto con el grupo de las mateas del curso, que eran como lo mas winner que había por esos lados (empezamos mal).
Con el paso de los meses las mateas empezaron a alejarse de mi, porque a mi no me iba tan bien. Algo pasó en ese tiempo y de pronto ya no pescaba el colegio y eso se vió reflejado en mis notas. Así fue como las ñoñas, me excluyeron. Cuando te excluye la gente ñoña, definitivamente hay un problema, no?
Así fue como empecé a dar bote entre un grupo y otro. Finalmente empecé a juntarme con una niña llamada María, que era muy gorda, así como el gordito de Lost. Mas despertó cierto aprecio nacido de la lástima, ya que a la niña se sacaba unas notas de mierda a pesar de que se esforzaba. En cosa de tiempo la terminé invitando a mi casa y pasamos buenos tiempos. Hasta que de pronto, algunas de mis cosas se comenzaron a perder. Primero fueron lápices, aunque lo que mas recuerdo es que un día perdí unos hermosos guantes peludos con los que ella apareció mas tarde. Obviamente ella lo negaba, los había comprado ella, no eran los mismos guantes que se me habían perdido misteriosamente.
Como me aburrí de que me robara, comencé a alejarme de ella, y así fue como, un día comencé a juntarme con un grupo de niñas también excluídas por la sociedad. Así entré a 6to básico, juntándome con la lacra del curso.


No estoy exagerando, las minas eran unas cochinas de mierda, no se bañaban y olían mal. Mas tarde descubrí que además tenían piojos y como consecuencia, yo también. Así que ahí estaba yo, casi en calidad de indigente en apariencia. Años mas tarde, cuando ya no estaba en el liceo, el hermano de una de esas minas me atacó en un callejón. Como dije, no exagero con lo de "lacras". 
Ya en 7mo no soporté mas el suicidio social, así que primero, me corté el pelo hasta los hombros, luego hasta las mejillas y finalmente un día me dió la weá y me lo corté como niño. Librándome de los piojos ahora debía librarme de la gente con la que me estaba juntando. Así fue como terminé pasando tiempo con otras dos niñas diferentes que se veían mas decentes. De verdad odio expresarme así, pero es que weón... los piojos son super desagradables y están sumamente estigmatizados, además que si las minas no se bañaban no hacían mas que reforzar un estereotipo... En fin.
Me corté el pelo y luego dije "Pongo a Dios por testigo… Dios es mi testigo: no me vencerán. Sobreviviré a esto y, cuando haya terminado, ni yo ni ninguno de los míos volveremos a cortarnos el pelo. Aunque tenga que mentir, robar o matar, pongo a Dios por testigo de que nunca volveré a cortarme el pelo" True story.
 

Las niñas nuevas, se llamaban Alejandra y Carla. Y entonces volví a cometer el mismo error: las invité a mi casa. Fueron una tarde, lo pasamos super bien. Fueron a la tarde siguiente, lo pasamos bien... siguieron yendo de corrido durante una semana... y un día, me di cuenta que igual quería pasar una tarde sola, me divertía con ellas, pero todos los días... era too much. Así que les dije un día en el colegio, que no fueran a mi casa ese día porque iba a salir. Listo, problema resuelto, ellas comenzaron a respetar mi espacio y seguimos una relación de amistad que se mantiene hasta la actualidad a pesar de la lejanía... Eso es lo que me gustaría decir, pero como ya imaginarán, las minas igual aparecieron en mi casa ese día.
Ya, no importaba, un día mas... qué mas da? Y fue así como me las mamé por no sé cuánto tiempo. Seguramente no fue tanto, pero en esa época el tiempo estaba mas expandido que en la actualidad, entonces todo parecía una eternidad. Como no era una persona madura e inteligente como soy ahora, en vez de decirles amablemente que necesitaba mi espacio y que por favor me dieran un respiro... comencé a alejarme de ellas. Empezamos a pelear, a llevarnos mal. Afortunadamente dejaron de ir a mi casa, hasta que un día...
Yo iba a salir, de verdad, con mi madre y mi abuelo, y ellas aparecieron. Nosotros nos fuímos y mi padre se quedó en la casa... y ellas, se quedaron en el patio, haciéndose las locas. Cuando volví a casa, mi papá nos contó que las minas no se habían ido apenas nos fuimos nosotros, que se habían ido a meter a la pieza.
Mi padre era una persona apática y pajarona, así que no encontró nada mejor que no decirles nada, porque asumió que ellas se estaban quedando con mi permiso.
Con mi mamá descubrimos que las minas se habían metido a la pieza de ella y le habían intruseado los cajones.
Al día siguiente les fue a echar la foca, por barzas y como era costumbre entre esa gente, las weonas negaron todo. Ese fue el fin de todas formas, no nos volvímos a pescar.
El resto de 7mo básico lo pasé prácticamente sola. En esos tiempos a todos les dió por bailar axé en el patio. Pa mas cacha, justo en la misma época, a los weones del colegio les dió por cerrar las salas, así que nadie podía pasar los recreos dentro, por lo que yo me la pasaba apoyada en la pared viendo como todos los weones bailaban axé. Durante un breve tiempo, conversé con Ernesto, un compañero de curso al que todos le hacían bullying porque decían que era gay. Pronto descubrí que Ernesto era una mezcla de Rafa Gorgory y Nelson. De repente se ponía medio histérico y me apretaba los brazos o me zamarreaba. Obviamente yo me defendía, pero me quedaba herido el orgullo. Ooooootro despachado.
Finalmente, el último mes de ese año, sucumbí al flagelo del axé. Principalmente porque el profe de música nos exigió hacer una coreografía para una nota con coeficiente 2, así que obviamente tuvimos que organizarnos para hacer una presentación artística de calidad. Así fue como aprendí a bailar la Tapinha, el Onda Onda y no sé qué otra weá... Pero la maozinha jamás... esa weá si que no la bailé nunca... hasta una fiesta de año nuevo por allá por el 2003, donde comenzaba a nacer el monstruo hiperventilado que todos llevamos dentro.
Comenzó 8vo y mi pelo estaba creciendo, así que comencé a teñirmelo rojo. Esto no es relevante, pero fue divertido en su momento.
Un día, no recuerdo como, terminé juntándome con dos niñas nuevas. Romina y Marisel. A ellas no las invité a la casa, o si lo hice, no tuve el mismo problema previo. Lo único malo, es que en 8vo me gustaba un niño y yo la idiota, le conté a estas dos. Romina no encontró nada mejor que ir a decirle al niño y el weón me agarró mala. Pa mas cacha, después la mina le inventaba cosas que supuestamente le había mandado a decir yo, así que mas me odiaba el otro weón.
Comenzó una época emo en la que pensé que nunca le iba a gustar a nadie en la vida. Ustedes saben, esos pensamientos realistas que se suelen tener a esa edad.
Romina tenía mas amigas dentro del curso, con quienes también empecé a pasar tiempo. Luego, me sentaron una Nataly, alguien con quien no tuve ningún problema en particular, pero la mina igual estaba medio hueviá.
Nataly abrió las puertas para que el grupo de las ñoñas me volviera a pescar, y de pronto ocurrió algo mágico y maravilloso... tenía mucha gente que me aceptaba, había vuelto a la manada.
Obviamente eso no fue para siempre, con la llegada de mi cumpleaños hice una fiesta, y eso abrió la puerta para ir a mas fiestas después. Así fue como conocí a Miguel, o como me gusta llamarlo, el señora caja de pandora, que en realidad es un nombre que acabo de inventar para agregarle dramatismo a la historia sobre el comienzo del fin.
Miguel fue un niño que me mandó a preguntar si lo quería besar y como yo tenía una autoestima taaaaan baja y me sentía taaaaaan sola, dije que bueno. Debo aclarar que nunca mas volví a ceder ante situaciones tan patéticas como ésta.
Me besuqueé con Miguel, pero a mi me gustaba otro niño, que no era el idiota que me odiaba, era otro, que tampoco me pescó después, pero eso es otra historia.
Luego de eso, todo fue en picada.
Un buen día, un compañero de curso, frente a mis nuevas amigas me dice "oye, el otro día íbamos a ir x parte y yo te iba a invitar, pero éstas me dijeron que no te invitáramos porque eras caliente".
Así, tal cual, mis nuevas amigas andaban pelándome por caliente.
Por desgracia mi madre siempre me había dicho que la reputación de señorita era lo mas importante en la vida, así que ante aquel comentario yo me fui a la chucha, porque por alguna razón, tener reputación de maraca era lo peor que le podía pasar a una mujer en la vida.
Me dicen esa weá ahora, me paseo a todas las qlias, las doy vuelta.
Ellas lo negaron, pero un día las escuché hablando y ahí ya la cosa estaba clara... mis amigas eran unas mariconas qlias.
Fue así como comencé a buscar desesperadamente otras juntas y fue como terminé juntándome nuevamente con Carla, que ya no se juntaba con Alejandra sino que con Génesis, una niña cuyos padres eran canutos y siempre la molestaban en el curso porque su jumper le llegaba abajo de la rodilla. Y también pasaba el tiempo con Vanessa y su grupo de amigas.
Todo parecía dentro de control, pero entonces Vanessa se enojó con Carla por algo que no recuerdo y que debe ser una weá, y por extensión me empezó a hacer el vacío a mi.
Luego de eso, nadie nos pescaba y comenzaron un ataque contra Carla. Fue así como terminé 8vo básico, con dos medio amigas y despreciada por el resto del curso, porque Vanessa a su vez juntaba a su grupo con las mateas, que eran las que me habían pelado a mi.
Salí corriendo de ese colegio, contando los días para que terminara el año.
Obviamente el día de la licenciatura a todos les bajó la weá y se despidieron amablemente, llorando algunos. Yo no. Quise llorar para ser melodramática, pero mi subconsciente tenía claro lo estúpido que era eso.
Y bueno, después de mamarme a tanto saco e' wea, obviamente suelo tener mas filtro con la gente, aunque claro, el filtro no nació cuando salí de 8vo. El filtro real recién comencé a tenerlo hace algunos años y cuando mis cercanos se dieron cuenta de éste filtro, dijeron que tenía un problema, que no podía ser que todo el mundo me cayera mal, que no podía ser así... etc.
Tuvo que pasar su resto de tiempo para terminar confirmando que el problema no era solo yo, que era el mundo. No lo supe con certeza hasta que conocí mas gente con la que podía pasar el tiempo sin que me robaran, me hicieran alguna mariconeada, ni hicieran comentarios racistas/homofóbicos/xenofóbicos/misóginos/fachos desde el fondo de su corazón. Tuvo que pasar su resto de tiempo y conocer a su otro resto de personas para saber alejar a las personas malvadas y perversas, para saber dar la cortá o simplemente poder pensar mal de alguien sin que se acabara el mundo.
Hoy puedo decir que tengo muy pocos amigos, pero buenos.

miércoles, 17 de junio de 2015

nombres

me carga el nombre "Margarita". ¿Qué pasa si la Margarita te cae mal? como le dices? ¿Margara? Eso ya es raro, y nadie te va a entender. Bueno, las mujeres siempre podemos decir "La puta esa".
Cuando una mujer le cae mal a mi madre, ella le dice "Doña" Fulana. En vez de "Señora" Fulana. Decirle señora es una gran muestro de aprecio. Mentira, como mi mamá es vieja, simplemente se limita al nombre de pila.
Es gracioso, mi madre siempre habla "del chiquillo" o "la cabra"... refiriéndose a personas mayores. Claro, como ella tiene 70 y algo todos son jóvenes. El problema es que yo me imagino gente joven hasta que los veo.

Con mi prima solemos ponerle sobrenombres a la gente, normalmente inspirados de películas o libros o series.
Hay una mina horrible en su pega que usa blusas transparentes, así que le pusimos Bridget Jones. Hace tiempo, a su ex, le pusimos el Innombrable y a mi se me ocurrió que quedaría mejor como Voldemort. Entonces cuando conoció a un nuevo galán, a ese le pusimos Dumbledore. Pero al igual que el personaje del libro, resultó no ser tan bacán como creíamos.
Hace tiempo le gustó un hombre, que ella sabía era medio malvado y perverso, así que a ese le pusimos nombre de mortífago: Lucius.
Antes de eso, había un sujeto en su trabajo, que era medio bipolar así que le pusimos Corcel Maravilla, como el personaje de Dave el Bárbaro.
Tuvímos que ponerle apodos a todos sus conocidos, porque ella me habla sobre ellos en el trabajo, y me escribe correos contandome cosas, entonces debíamos mantener cierto anonimato.
En mi vida no hay mucha gente con apodos, porque no tengo razones para no querer mencionar los nombre reales. Básicamente me limito a "la puta esa".

lunes, 8 de junio de 2015

Es bueno estar rodeada de seres humanos otra vez

Hoy acompañé a mi madre a la feria.
Verán, ella trabaja en la feria los fines de semana, vendiendo weaitas. Así que decidí acompañarla para recibir un poco de vitamina D y para ocupar mi cerebro en algo lejos del internet.
La novedad fue tan positiva, que me mostré amable con estos nuevos y extraños seres humanos que venían a comprar. Es mi típica amabilidad de novedad.
Es la misma amabilidad que tuve los primeros 5 meses que trabajé en el super, al sexto mes me aburrí de la gente que me echaba la foca sin la menor provocación y ya la amabilidad no fue tanta.
Fue la misma amabilidad que tuve los primeros 12 meses con mis antiguos jefes en la consulta médica donde trabajé... hasta que les dije que me iba... y bueno, seguí siendo amable, pero llena de apatía y sin motivación.
Motivación es algo sumamente escaso en estos días y llegué incluso a creer que tengo depresión. Pero no creo, tengo demasiado pudor como para tener depresión real.
Es tal la falta de motivación que salí a buscarla a la feria.
Me di cuenta de que no basta con estar tranquila, y que la búsqueda de tranquilidad es sumamente vacía, necesito un motor de corto plazo, un motor externo, algo de lo cual sujetarme.
No sé como explicarlo, pero lo intentaré.
Creo que la motivación no va a salir de mi por arte de magia, así que necesito salir a buscarla, solo que no sé bien donde y claro, mi primer impulso fue ir a lo mas accesible, que es el trabajo de mi madre. Obviamente no encontré la motivación ahí, y no esperaba hacerlo en todo caso, solo creo que la salida fue algo positivo.
Creo también que no basta con quedarme encerrada pensando atormentadamente en que debo hacer algo, y tampoco sirve que me presionen con hacer algo, porque sé que debo hacer algo. Tampoco me sirven las constructivas sugerencias, porque la motivación es algo que debo encontrar yo, debe ser mío, porque finalmente es una parte de mi.
Así que aquí estoy, medio estancada, pero he dado el primero paso: reconocer que tengo un problema.
Supongo que si, que aquella persona adorable que me dijo que yo actuaba como una persona adicta a las drogas, tenía razón. Ya que uno de los síntomas de las adicciones, es la apatía, lo vi en mi padre y lo he visto en otras personas con alguna adicción que atenta contra la funcionalidad.
Pensé en salir a buscar una trabajo de mierda de medio tiempo. No por el dinero, sino para presionar mi cerebro. Esperando que mediante el proceso de tareas repetitivas y tediosas encuentre una salida, como una especie de meditación forzada, para quitarme un poco la presión de no estar haciendo suficiente, para tener la ilusión de estar haciendo algo productivo y que eso active mi cerebro para hacer mas cosas... para des-estancarme.
Pero es absurdo salir a regalarle mi tiempo a un saco e' wea. Si es por regalar mi tiempo, mejor se lo doy a mi madre, a quien no le vienen mal unas manos extras. Así que eso hice, la acompañé a vender.
Tengo motivaciones en el largo plazo, pero mi estado mental actual no sirve para llevarlas a cabo, sé que debo cambiar, porque este estado actual, no es saludable, pero debo hacerlo en mis propios términos.

viernes, 5 de junio de 2015

Las pajas mentales acordes a la muerte

Ayer falleció una tía. Y creo que debo escribir sobre eso.
Fue de esas muertes que nadie vió venir, porque no tenía ninguna enfermedad crónica, ni se accidentó antes. Simplemente le dolió la cabeza, se desmayó y murió.
En general los funerales me hacen sentir una mala persona y éste no fue la excepción. No sé si todos se sentirán igual de insensibles y poco empáticos, tal vez si, y por eso se tratan de limpiar la conciencia rezando rosarios. Como es el caso de mi tía y de todos los putos funerales a los que he tenido que ir. Dios santo! por qué todos en mi familia son tan católicos? No se podría morir un domador de serpientes? O simplemente un ateo?
He ido a varios funerales en mi vida, porque si bien mi familia realmente cercana es sumamente reducida, tengo un montón de parientes sueltos mas o menos lejanos, ya sea por sangre o frecuencia.
Tengo un millón de tías lejanas y la mayoría "en edad de...".
Y no es que realmente no sienta empatía, sino que siento que nunca estoy lo suficientemente triste en los funerales.
El primer funeral al que fui, era el de un tío de mi madre. Estaba super chica, tenía como 6 años, y mi madre me llevó. Recuerdo que en ese funeral lo que mas me perturbaba era la idea de ver un muerto. Estuve todo el velorio pensando en ir a ver al caballero que estaba dentro del ataúd, pero no me atreví. Solo recuerdo que vi le punta de su nariz y sería. Mi mamá me dijo que no era necesario que lo viera de todas formas.
El segundo funeral al que fui, era el de un primo de mi madre. En esa ocasión no recuerdo haber tenido la duda de ir a verlo, y mas tarde con mi madre nos enteramos que ese caballero se había suicidado. A ninguno de los dos los conocí jamás, ni de lejos, así que solo era la novedad del funeral.
Varios años mas tarde, cuando ya tenía 16 tuve que presenciar una muerte mas cercana: mi abuelo.
Y creo que fue el primer muerto que vi. Al principio, cuando llegué al velorio y vi el ataúd, no quise ir a verlo, y lloré. Después lo fui a mirar y lloré de nuevo.
Al año siguiente, tuve otro encontrón con la muerte: mi padre. Con mi padre casi no lloré, y fue cuando me encontré con esta sensación de ser una mala persona por no estar lo suficientemente triste. Pensé que cuando lo mirara en el ataúd lloraría, pero nada. No lloré durante el funeral, ni cuando lo enterraron... no lloré hasta alrededor de 6 meses después.
El 2010, falleció la hermana de mi padre y no tuve oportunidad de mirarla, ya que el ataúd estaba cerrado. Por mi tía no lloré nada. No me llevaba bien con ella y el último tiempo había tratado mal a mi madre. Me dió pena mi prima, pero no al extremo de llorar. Alcancé a cuestionarme mi falta de pena, pero no mucho.
Unos meses después falleció una tía lejana, a quien había visto un par de veces. No la odiaba, pero con lo poco que la veía, no quedó un hueco en mi corazón por su ausencia. Fue la primera misa de funeral en la que me quedé afuera de la iglesia.
El año pasado, falleció mi abuela y en el caso de ella, los cuestionamientos y las emociones encontradas fueron mas cuáticas, ya que mi abuela llevaba años sufriendo mucho dolor y todos quería que muriera para que dejara de sufrir. Además estaba el pequeño detalle de haber perdido a sus dos hijos, Por otra parte, el mismo día de la muerte de mi abuela, recibí otras malas noticias que cambiaron mi vida y tal vez eclipsaron un poco la pena por la muerte de mi tía.
Después de mi abuela, falleció la madre un tío, en Nogales, la localidad mas deprimente a la que he ido después de Olivar, el lugar donde viví toda mi infancia y adolescencia.
La conclusión es que he ido a mucho funerales.
Mentira, no hay conclusión.
Esta tía, la que falleció ayer, era muy unida a mi madre, pero yo no tenía mayor relación con ella. Mi madre está triste, y se siente culpable por no haberla visitado mas. Yo me siento mala persona, porque no me llevaba bien con ella y no era su culpa, sino que mía, porque soy hueviá.
Y claro, se creó el típico fenómeno que ocurre, que cuando alguien muere así, todos actuan como si la muerte fuera contagiosa y todos recuerdan que se pueden morir en cualquier momento por un derrame cerebral. Algunos lo tiran como talla, como mi otra tía, que dijo que se había quedado tejiendo un chaleco para terminarlo por si se moría antes de lograrlo.
Con mi prima nos pusimos de acuerdo en la ropa que ella quería usar cuando la enterraran y yo le pedí que ella me maquillara, porque había hecho un excelente trabajo maquillando a la tía difunta.
Ahora todos quieren ordenar su casa, para que nadie la pille desordenada en caso de muerte repentina. Y yo, hasta estoy pensando en comprarle ropa a mi madre, para que nadie la ande pelando de que no tiene ropa decente para irse al cajón.
Cuando mi abuelo falleció, a mi hermano le dió el ataque de familiaridad y le dió con que debíamos todos vernos mas seguido. Mi abuelo usaba un bastón de madera hecho por él mismo, y todos se querían quedar con el bastón. El plan de mi hermano era que todos conservaran el bastón un año y que luego se juntaran para hacer el "traspaso de bastón" y así tendríamos una excusa para encontrarnos todos los años. Luego recordó que mi tía es insoportable y que él no estaba ni ahí con verla y jamás se concretó el intento de tradición. El bastón está en la pieza de mi madre y seguirá ahí, hasta que ella se muera y mi hermano decida que el pedazo de madre es basura.
Y los meses que siguen, los viudos y los huérfanos se convierten en una especie de paria, porque ya todos están cansados del rostro de la muerte y los deudos aún no se han recuperado lo suficiente. Este proceso dura lo que ellos duren deprimidos.
Así que todo es bullshit. El lunes ya nadie se va a acordar de las cosas que debe hacer antes de morir, todos volverán a vivir con la ilusión de la inmortalidad colectiva, hasta que a alguien mas le toque morirse y entonces, comenzamos otra vez.
No los culpo, nadie se quiere quedar con la carga de algo que no podemos evitar, si la muerte va a llegar igual y no hay apuro en que llegue, no vale la pena calentarse la cabeza. Y claro, hay que vivir la vida a concho y todo eso, pero en éste momento tengo mucho sueño como para vivir la vida y mañana... bueno, mañana tengo que ir a un funeral... pero no se preocupen: el lunes empiezo.