sábado, 14 de octubre de 2017

Historia de mis libros tristes: El nombre de la Rosa

La verdad es que ahora que me volví una compradora compulsiva de libros (si, es oficial, compro libros como el estereotipo de la mujer promedio comprar ropa y como Encias Sangrantes compraba huevos Fabergé) la historia de cada libro que llega a mi poder está empezando a perder la gracia.
En contraste, estoy comenzando a recuperar masa muscular de lectora dejando lenta pero progresivamente el formato "lectora de cartón", por lo que puedo comentar cosas de libros.

El problema, es que he seguido con libros clásicos, por lo que mis comentarios valen verga, porque como son obras consagradas a no hay relevancia en la crítica actual, como es el caso de El Nombre de la Rosa.

La historia de como lo conseguí no es emocionante. Fui a la feria chilena del libro y lo busqué en literatura clásica, durante media hora. A diferencia de la antártica, la feria chilena no tiene un computador donde buscar el nombre de un libro, sino que solo tiene visores de precios de super, así que tienes el libro físico, puedes averiguar el precio.

Antes de eso, había buscando otros libros, mas que nada sobre cosas de américa latina que NO hablen de la américa latina actual y los modelos económicos vistos desde un punto de vista izquierdioso, así que la búsqueda se volvió infructuosa y frustrante, entre tanto Baradit acumulado.

Encontré un par de títulos que me interesaron, pero uno costaba arriba de 20mil y el otro... igual.

Mi presupuesto era de 8 lucas, que es un precio razonable para pagar por un libro, sin diferenciar si es pirata a o no. Arriba de eso, tiene que ser too much.

Luego de eso me resigné y dije "Ya, me confomaré con cualquier libro clásico que me tinque y no haya leído... podría ser el nombre de la Rosa, pero no estoy segura". Pero tampoco estaba!!
En los 45 minutos que desperdicié en esa librería ordinaria se me acercaron 3 vendedores. A los primeros dos les dije que andaba mirando solamente y al 3ro le dije que no sabía qué libro andaba buscando, así que no le podía decir. Ahí me dejaron en paz.

Finalmente me aburrí y fui a la contrapunto que estaba al frente, y como ya no quería luchar mas contra los vendedores y le pregunté al primer vendedor acosador lo primero que se me vino a la cabeza.

-Tiene El nombre de la Rosa?
-Si.
-A cuanto está?
-11.000

Eran casi las 7, tenía que tomar un metro y una micro para llegar a las casa, con suerte, estaría allá a las 9. Compré el puñetero libro, porque sino, no tendría nada para leer en la micro.

Ahora, respecto al libro mismo:

Yo había leído por ahí que El nombre de la Rosa era al parecer el libro mas amistoso de Umberto Eco.
Años atrás, por allá por la adolescencia, había leído de puro agrandada "El Péndulo de Foucault" y entendí la mitad. Ok, si entendí la trama central, y creo entender lo que querían comunicar, pero en serio, era necesario tanto párrafo en latín, frances, italiano y creo que hasta alemán? ¿Pa qué? Para hacernos sentir ignorantes.
Obviamente me lo tomé personal. Umberto Eco me odiaba e hizo ese libro pensando en mi, no hay otra explicación.
Pero como había leído que era el mas amistoso, porque el weón tiene cosas monstruosas como El tratado de semiótica general, el Nombre de la Rosa pasa a ser una alpargata.

Así que me puse a leerlo, ávidamente, impresionada de mi propio poder de concentración y comprensión lectora. Lo primero que descubrí era que iba a tener harto latín, pero lo omití, asumí que sería como ver una película sin subtítulos.
Estuve orgullosa de mi propia comprensión lectora hasta que llegué a una parte en la que describen la fachada de una abadía durante no una, ni dos, sino que TRES páginas. Tres páginas de descripción arquitectónica... es demasiado para mi. Pero pasada esa parte, seguí leyendo.
Mi conclusión por el momento (porque recién llevo 100 páginas y son mas de 500) es que creo que El Nombre de la rosa, causa el mismo impacto que un hombre viejo causa a una pareja considerablemente mas joven: Es un latero, pero lago tiene.
Porque si, te latea durante 3 páginas con descripciones que me parecieron innecesarias, pero tampoco lo quise dejar de leer, porque tiene una historia central sencilla que al mismo tiempo te intriga. Algo así como "me latea, pero me gusta".  



Y bueno, obvio que leeré el libro y después verá la película y le tiraré las cosas a la tele, reclamándo que eso no pasó así en el libro, porque odiar cosas, al igual que el libro de Eco, tiene su gracia.

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