domingo, 22 de abril de 2018

Cuando entré a trabajar en el lugar donde trabajo, el público objetivo era bastante reducido y de un perfil mas bien... variado. Si, es cierto, había uno que otro saco e' wea, teníamos una situación relativamente compleja una vez por semana o tal vez mas a lo lejos.
Luego mi jefe quiso empezar un nuevo proyecto y todo se fue a la mierda, porque el público no solo aumentó, sino que la calidad de dicho público se volvió una mierda.
Desde afuera no se les puede culpar, pero desde dentro, desde la atención del público, pues lo cierto es que los odiamos.
Se forma una dinámica de que durante todo el día tenemos que repetirle el mismo discurso, al menos unas 20 veces a diferentes interlocutores que en su mayoría no nos entiende ni a la primera, ni a la segunda ni a la tercera. Gente que llama con la intención de discutir porque si, que si les explicas te cambian el tema con tal de seguir reclamando, de escuchar gente enojada y prepotente todo el día... ¿en qué momento esta weá se volvió un call center de reclamos?
Llevo meses creyendo que el problema soy yo, que me aburro de las cosas que hago porque soy una persona muy poco realista que quiere vivir en un mundo de arcoiris y nubes de algodón de azúcar, pero no, el trabajo antes no era así y estaba bien y yo estaba tranquila y podría haberme quedado mas tiempo allí, pero cambiaron las condiciones, llegó mas gente, no tengo un espacio decente donde trabajar y tengo que ir al hospital a cada rato y por lo tanto pasármela pidiendo permiso, cosa que odio, que siempre he odiado independiente de la buena voluntad de quien me concede el permiso. Y no, no soporto tener que estar pidiendo permiso para todas las weás porque un horario de trabajo mi tiene amarrada al mismo espacio durante la misma cantidad de tiempo todos los días.
El problema no soy yo, todos ustedes estan mal, todo este maldito sistema está mal!

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