martes, 10 de diciembre de 2013

no sé si es porque boté ansiedad...

empiezo por mi estado mental previo al viaje: Odiaba el mundo.
Y no era ese odio así como divertido que me permite putear y sentir cierto alivio con el puteo, era un odio neeeegro, podrido, que me estaba carcomiendo el alma, solo había una solución para ese estado mental: un pacto homicida-suicida. Pero claro, es solo una expresión, tal como dijo Homero.
Mi estado mental causaba que yo dijera cosas como "queeee quiere est@ csm??" cuando cualquier persona en el planeta me hablaba. Odiaba a mis clientes, a las bicis, a mi notebook... etc. Solo una cosa me estaba ayudando a sobrevivir, pero apenas: iría a viña en bicicleta el 7 de diciembre en la tarde/noche. Dejaría botados a toooodos los csm que me querían comprar y quienes en realidad me dan de comer, porque finalmente el cliente es como el jefe, hay que ser amable con él aunque sea un idiota, te hace trabajar, pero también te da dinero y en mi caso mis clientes en su mayoría son tela.
Y bueno, fui en bici a viña, me mamé todas las subidas con la mayor dignidad posible (aunque no se puede tener tanta dignidad cuando tienes el dolor que causan los tacos pero en el poto), pedalié casi todo el camino (excepto en la ultima subida para llegar a viña porque ahí ya no me daba la moral ni el poto) y no causé un ataque de histeria en mi acompañante con mis pataletas, es un logro desbloqueado la weá.
Dormí bien, tuvimos desayuno a la cama, salimos a comer nuestra comida/pasto vegetariana y nos mojamos las patitas en el agua. De cagaos no vimos la puesta de sol pidiéndonos matrimonio (es una broma, que no cunda el pánico).
Todo iba DEMASIADO bien. IBA, demasiado bien hasta que nos disponíamos a irnos, fue entonces cuando la nación del fuego atacó.
-No encuentro las llaves del candado a la bici- me dijo él, y no pareció grave, ¿donde podían ir esas llaves? si no habían salido de la pieza donde nos quedamos. ¿Donde? ¿DONDE? DONDE CHUCHA ESTÁN LAS LLAVES QLIAS??!! Es una pregunta que tal vez nunca tenga respuesta, o tal vez la tenga en un par de meses mas cuando escarbe en alguna parte de nuestras mochilas donde estemos seguros de que si escarbamos dos millones de veces antes de tomar la decisión del día.
-Hay una copia en santiago.
En santiago, daba igual si estuviera en china. Es una exageración, tuve que tomar el bus a santiago de vuelta, sola, porque mi acompañante tenía un importante congreso impostergable y no podía andar paseando entre regiones como yo. Así que partí a tomar un bus, me tocó un asiento en PASILLO con un viejo que se fue la hora y media de viaje intercalando entre carraspear e intrusearse los bolsillos o solo acomodarse en el asiento. No puede dormir nada porque no pude reclinar mi asiento y mi madre, que me iba a buscar al terminal con las llaves, me llamó media hora antes de llegar al terminal para decirme que ya estaba ahí. Lo cual era cierto a medias, porque se había estacionado como a 5 cuadras del terminal y se demoró 20 minutos en llegar a éste porque había un taco propia de hora punta (siendo que eran solo las 13hrs).
Como mi madre andaba en auto y me daba flojera llevarme las bicis en bus (porque siempre está el riesgo de que den jugo) decidimos ir en auto a viña, total es un auto relativamente nuevo que jamás te dejaría botada en medio de la carretera, esas weás no pasan... pues si, la porquería de auto no encontró nada mejor que encender la luz del aceite.
Luego de esperar durante una hora el servicio de ruta, el caballero nos confirmó que había aceite (cosa que mi mamá había verificado mil veces antes de salir y otras mil luego de la luz encendida) y que solo había que preocuparse de que el motor no se calentara, cosa que mi madre también mantiene controlada... en resume: parece que era una pifia del sensor que prende la luz y no una weá del motor... o sea NADA!
Finalmente llegamos a lo que ya en ese entonces era para mi, la puñetera viña del mar hija de puta mal parida... etc.
A todo esto, debemos sumarle sol y sus 30 y algo grados de sensación térmica.
Llegué con las putas llaves a la pensión, el dueño muy atento (que ya nos tenía mucha lástima por la estupidez que nos había ocurrido) me ayudó a llevar las bicis al auto y entonces empezó la travesía de encontrar la calle donde estaba el hotel de mi acompañante. Luego de media hora y muchas vueltas a la manzana debido a que no estabamos familiarizadas con el sentido de las calles, llegamos a lo que ya era para mi el puñetero hijo de puta hotel.
Otra odisea fue encontrar la salida de viña, pero eso fue mas fome, así que no entraré en detalles.
Me fui medio viaje de vuelta amurrada, porque la tarde que estaba destinada para descansar del viaje y mentalizarme para volver al trabajo se había ido. Luego dormí un poco en el auto y finalmente llegué a santiago, lo que no fue un alivio, porque estuvimos atrapadas en un taco de una hora en la entrada y fuimos a parar como a 4 comunas lejos de nuestro destino gracias a la maravillosa señalización de las calles.
Ya en la casa, tomamos once con mi mamá, vimos un capítulo de breaking bad y me puse a responder consultas a mis clientes. Curiosamente, lo hice con entusiasmo, y me di cuenta de que el odio hacia el mundo se había ido, a pesar de todo los malos ratos del día.
No si se habrá sido el pedaleo de 100 y algo kilómetros, o los dos días que dejé botado el trabajo para mojar las patitas en el agua y hacer túneles en la arena. Lo que haya sido, funcionó.

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