Me han hueviado con que soy una persona muy negativa, que le encuentro lo malo a todo, que soy la peor versión de Hitler... lo siento, es que cuando se trata de exagerar soy mala poniendo el límite.
Tomando en cuenta esos bien intencionados consejos, y con todo el amor del mundo, decidí comenzar a hacer el ejercicio de decir las cosas buenas del cumpleaños... eeeeh, tranquilo, pacífico, sin movimiento cumpleaños al que fui hoy.
Era un lugar lleno de la sabiduría que solo la gente mayor te puede entregar... porque solo había eso, personas mayores. Y no personas mayores como las del principito, sino que MAS mayores aún. Y como dicen, mientras mas, mejor.
Lo lindo de que haya gente mayor, es que siempre están dispuestos a hacer críticas constructivas sobre las nuevas generaciones, con valiosos consejos como que no se debe usar tanto el celular porque se puede gastar. Es útil escucharlos, para estar consiente de que todo tiempo pasado fue mejor.
Junto con la sabiduría ancestral te encuentras también con la efusiva hospitalidad inspirada en memento, donde las 5 personas que pelean por el rol de anfitrión se turnan para demostrarte su aprecio con comida y bebida y volverán a repetir éste mismo acto de forma ininterrumpida con ventanas de 10 a 15 minutos hasta que haya terminado la segunda repartición de torta, porque claro, dios nos libre de comer un solo pedazo.
Lo lindo de tener tanto anfitrión, es que no te dejan sumergirte en tus propios pensamientos, como podría hacerlo en la fila del banco o en el metro, donde pudro mi cerebro recordando el capítulo de una serie, o contarme chistes que no me sabía ... en lugar de eso, debo mantenerme atenta y despierta, para poder responder "no, gracias" o "es que no como carne" cada vez que la ocasión la amerite. Un entrenamiento esencial para futuras reuniones sociales con gente "en edad de merecer".
Parece que ésto no resultó tan bien... o si?
El real lado bueno, es que tienen harta comida y nunca me cago de hambre allá
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